¿Se puede vivir una mentira?
Es un pueblo fantasma, este lugar que me persigue, el que me hizo.
Tengo claro que nunca superaré a Triple Falls ni sobreviviré al tiempo que pasé aquí.
Todavía puedo sentirlos a todos, mis chicos del verano.
Incluso cuando percibí el peligro, me rendí.
No hice caso a una sola advertencia. Dejé que mi enfermedad, mi amor, me dominaran y arruinaran. Hice mi papel, con los ojos bien abiertos, tentando al destino hasta que lo entregó.
Nunca iba a haber un escape.
Todos nosotros tenemos la culpa de lo que pasó. Todos nosotros cumpliendo nuestras propias sentencias. Fuimos descuidados e imprudentes, pensando que nuestra juventud nos hacía indestructibles, exentos de nuestros pecados, y nos costó a todos.
Se acabó el fingir que no dejé la mayor parte de mí entre estas colinas y valles, entre el mar de árboles que guardan mis secretos.
Es la razón por la que he vuelto. Para hacer las paces con mi destino.
Y si no puedo llorar lo suficiente para curarme en mi tiempo aquí, seguiré enferma.
Esa será mi maldición.
Pero es hora de confesarme más que a ningún otro, que he obstaculizado mis posibilidades por la forma en que fui construida, y por los hombres que me construyeron.
En este momento, sólo quiero hacer las paces con lo que soy, sin importar el final que obtenga.
Porque no puedo seguir viviendo una mentira.
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