La adicción es un ladrón cruel.
Me robó a mi madre en mi cumpleaños.
Después de su muerte, me vi obligada a dejar mi situación tóxica.
Pensé que la vida no podía empeorar.
Quería dejar que la ira, la culpa y el resentimiento me tragaran hasta que estuve en el fondo de la depresión.
Pero se negó a dejar que me ahogara.
Se suponía que sólo debía vivir con él durante un año.
Después de eso era libre de irme.
Pero nunca esperé caer tan fuerte.
No podía detenerme, aunque mi último aliento dependiera de ello.
Amarlo lo era todo.
Era un error.
Era prohibido.
Era enfermizo.
Era hermoso.
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