Cuando mamá me dijo que se casaría de nuevo y que su nuevo esposo y su hijastro de veinticuatro años vendrían a vivir con nosotras, pensé que simplemente tendría que pasar el mayor tiempo posible estudiando en la biblioteca del campus para evitarlos a todos.
Desde luego, nunca me esperé que el matrimonio fuese solo un acuerdo mutuamente beneficioso entre mi mamá y mi nuevo padrastro, el señor Winters; en realidad no sienten nada por el otro. Tampoco esperé que ni él ni mi hermanastro, Dominick, fuesen unos hombres tan guapos y con apariencia de vikingos. Ni que se interesaran tanto por mí.
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