Solo hay una palabra para describir el beso del diablo. Violento.
Solo hay una palabra para describir a una cazadora que aprieta los labios ante el demonio más venerado, el más temido y despreciable que jamás ha existido. Traición.
La cazadora y el Diablo. No es solo una pareja improbable. Es una imposible. A esta mezcla se le añaden dos secuaces y solo hay una palabra que lo define. Desastre.
Soy Melody Black. Hija del líder del Gremio de Nueva York. Hija del mejor cazador que jamás ha existido. Pero el querido padre está a punto de perder su título. Ha conquistado mucho, pero lo único que nunca ha hecho es enfrentarse al mismísimo Lucifer. Ahora, aquí estoy, de pie con el Rey de los Demonios, con la espada en la mano, la postura perfecta.
Solo queda una cosa por hacer. Derrotarlo.
Solo hay un sentimiento que se puede sentir. Rabia.
En su lugar, el deseo desgarra mi cuerpo y, aunque Lucifer no me toca, puedo sentirlo por todas partes. Soy la cazadora, pero también soy la cazada. Y no es solo Lucifer el que tiene sus ojos oscuros fijados en mí.
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