Abatida en una colisión de tráfico, lo último que esperaba Lana era despertarse bajo la mirada de dos alienígenas muy confundidos. Ellos esperaban un tributo para los próximos desafíos y en su lugar la tienen a ella. Negándose a tener una hembra de menos, meten a Lana en la alineación, pero cuando los desafíos terminan y los Guerreros eligen a sus hembras, ella se queda sin elegir.
Ella entiende por qué. Todas las demás hembras tienen estrellas en las mejillas, lo que subraya la pureza de su sangre. Ella no está marcada, y en este mundo, significa que su sangre es débil, inútil.
Lana espera poder volver a casa de algún modo, a pesar de su condición de fallecida, ya que nadie la quería, pero el guerrero Vall Ridian llega tarde. No le impresiona quedarse con una hembra sin estrellas, pero como le informa el administrador que dirige los desafíos, la sangre de mierda es mejor que la ausencia de sangre. Sólo hace falta un sorbo de la sangre de Lana para que Vall se dé cuenta de que no es una hembra sin estrellas. De hecho, su sangre es la más fuerte que ha probado nunca.
Lana es la clave para descubrir el tesoro más sagrado y perdido de los Guerreros. Con ella, podrán transformarse en dragones en pleno derecho. Es un don increíble, pero también peligroso, como descubren Vall y su manada cuando Lana les es robada por una manada rival que han descubierto quién es y lo que puede hacer. Tendrán que luchar para recuperarla y luego para mantenerla a salvo.
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