No he estado en casa para Acción de Gracias en seis años. Un par de días antes de ir a casa me informan que el mejor amigo de mi hermano, y también mi enorme y desagradable flechazo adolescente, también estará allí.
Así que, entre una situación de trabajo inestable, una adicción nueva a las patatas fritas y el estrés habitual de regresar a casa para las festividades, tengo una urgencia repentina de demostrar que ya no era la torpe chica balbuceante con la túnica de Hogwarts y la nariz metida en un libro...
No es que algo fuera a pasar entre nosotros. Esas esperanzas habían desaparecido cuando me fui a la universidad. Aunque tal vez...
No hay comentarios:
Publicar un comentario