“¿Que Nos Impide Ser Felices? Es nuestra incapacidad de habitar plenamente en el presente.”— Alan Watts
Sabiduría en como superar la frustración humana con los principios de la Filosofía Oriental en Occidente.
“¿Cómo pasamos nuestros días? Es, por supuesto, en lo que nos la pasamos,” Annie Dillard escribió en su reflexión atemporal en ‘presencia vs. productividad’ – un antídoto a tiempo para la ansiedad central en esta “edad de la obsesión productiva”. En efecto, la resolución de mi propio Año Nuevo ha sido la de dejar de medir mis días por grado de productividad y comenzar a experimentar en ellos más bien por el grado de presencia.
Watts sostiene que la raíz de nuestra frustración humana y la ansiedad diaria es nuestra tendencia a vivir para el futuro, que es una abstracción.
Watts sostiene que la raíz de nuestra frustración humana y la ansiedad diaria es nuestra tendencia a vivir para el futuro, que es una abstracción.
Pero, ¿qué es, exactamente eso, como hacerlo posible?
Este concepto de presencia tiene sus raíces en las nociones de la atención del oriente- la capacidad de ir por la vida con la conciencia cristalina y pensamientos que morarán plenamente en nuestra experiencia – en gran parte popularizado en Occidente por el filósofo y escritor británico Alan Watts (6 enero 1915 hasta 16 noviembre 1973), que también nos dio la fantástica meditación sobre la vida con propósito. En conjunto en el excelente volumen en 1951 “La sabiduría de la inseguridad”: Un mensaje para una era de la ansiedad (biblioteca pública), Watts sostiene que la raíz de nuestra frustración humana y la ansiedad diaria es nuestra tendencia a vivir para el futuro, que es una abstracción. Él escribe:
Si se va a disfrutar un presente agradable, solo a cambio de tener la garantía de un futuro feliz, estamos “Anhelando lo que está más allá de nuestro alcance.” No tenemos esa seguridad. Las mejores predicciones siguen siendo asuntos de la probabilidad más que de la certeza, y con lo mejor de nuestra intelectualidad y conocimiento cada uno de nosotros va a sufrir y a morir. Si, pues así, no podemos vivir felices sin un futuro asegurado, estamos ciertamente no adaptados a vivir en un mundo finito, donde, a pesar de los planes, los accidentes van a suceder, y donde la muerte llega al final.
La “conciencia primaria,” la mente de base, que conoce la realidad en lugar de ideas al respecto, no conoce el futuro. Vive totalmente en el presente, y no percibe nada más de lo que está en este momento. El cerebro ingenioso, sin embargo, mira a esa parte de la experiencia actual llamada memoria, y mediante el estudio es capaz de hacer predicciones. Estas predicciones son, relativamente, de manera precisa y fiable (por ejemplo, “todo el mundo va a morir”) que el futuro supone un alto grado de realidad – tan alto que de hecho pierde su valor.
Pero el futuro todavía no está aquí, y no puede convertirse en una parte de la realidad experimentada hasta que esté presente. Dado que lo que sabemos del futuro se compone de elementos puramente abstractos y lógicos – inferencias, conjeturas, deducciones – no se puede comer, ser sentido, olido, visto, oído, o de otra manera disfrutado. Perseguirla es perseguir a un fantasma constantemente en retirada, y cuanto más rápido lo persigues, más rápido se extravía. Por esa razón es que todos los asuntos de la civilización se apresuraron, ¿por qué casi nadie disfruta lo que tiene, y está buscando siempre más y más? La felicidad, entonces, consistirá, no de realidades sólidas y sustanciales, sino de esas cosas abstractas y superficiales como promesas, esperanzas y garantías.
Por Jueves Filosófico
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