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sábado, 23 de enero de 2016

Suzanne D Williams



Él podía hacer esto. Podía ponerse de pie por sí mismo. Por Arden, porque ella lo necesitaba, y por una vez, él no pensaría en él. Un gruñido salió de sus labios con sus esfuerzos, y erguido, cabeceando, atrapó la vista de Arden.
—Gabriel… —Ella dio un paso hacia él, pero él la despidió con la mano.
—No, voy a hacer esto. —Agarró la parte trasera de su silla, reafirmando su postura—. Voy a ser el hombro en el que puedas llorar —dijo—, no el estúpido chico de la silla de ruedas.

Gabriel Allen se quiere morir. Después de perder su pierna, parece no haber razón para seguir adelante.
Hasta que conoce a Arden Vargus. Un vistazo a su escondido dolor finalmente le ha abierto los ojos a la esperanza que está justo delante de él. Ella. El único problema es que ella no cree que él se preocupe por ella o que cualquier cosa que diga se aplique a sí misma. Y eso podría ser justo en lo que él necesita demostrarle que está equivocada.

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