Las Palabras son algo gracioso.
Su significado, las imágenes que pintan en las mentes de aquellos que las escuchan; no son siempre lo mismo y al menos para mí, eso las hace no tener sentido.
Por ejemplo la frase "viuda negra". Esas palabras evocan la imagen de una araña, una criatura de ocho patas con una marca roja en forma de reloj de arena en su abdomen.
Aunque, en vez de hablar del un arácnido, del residente de una tela de araña, la gente que susurra esas palabras hablan de algo muy diferente.
Hablan de mí.
Por lo que me han dicho, me llaman la Viuda Negra porque ningún hombre que he amado ha sobrevivido.
Sin embargo, no recuerdo nada de eso.
Mi alrededor me lleva a la definición de otra palabra vaga y sin sentido.
Es un lugar donde se supone que debo buscar refugio.
Un lugar de retiro y seguridad.
Es un lugar donde se supone que debo estar a salvo porque estoy enferma.
Pero la definición de este lugar es mala y la palabra pierde sentido cuando estoy oculta y soy silenciada por los medicamentos y bonitas chaquetas blancas.
Mi nombre es Alexandra Sutton y esta es la historia de lo que sucedió cuando estuve recluida dentro de un asilo
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